jueves, 8 de enero de 2009

De Molares molestos.

La injusticia, la erosión, el paso del tiempo con sus consecuencias, la entropía, y principalmente los trámites municipales, nos recuerdan a cada instante lo lejos que estamos de un estado de perfección o beatitud.

Ahora bien… De las cosas más odiosas que existen en este universo (y que son unas cuantas) una de las peores es el Dolor. Hay dolores de espíritu y dolores del cuerpo. Uno podría conjeturar que, en el caso de los dolores de espíritu, la intención última es el aprendizaje. Por ejemplo: Un muchacho sensible sufre por una mujer imposible. Sin dudas esto tiene que ver con el dolor, pero quizá lo lleve a templar su alma o a sublimar ese dolor en alguna actividad artística… Pensemos ahora en el dolor físico, y pongamos otro ejemplo: Este mismo muchacho sensible, y tal vez para olvidar a esa mujer imposible, pasó una noche de juerga, cenicientas de ocasión y mucho alcohol. A la mañana siguiente, después de semejante "mamada", se levanta con un insoportable dolor de cabeza. Aquí la función del dolor es también clara y de aprendizaje: No conviene tomar demasiado alcohol para olvidar una mujer... Mejor dedicarse al arte…

Sin embargo, la cosa se nos pone más complicada de justificar cuando se trata de un dolor en particular: EL DOLOR DE MUELAS.

El lector versado en cuestiones odóntológicas se apresurará a responder a los gritos que ese dolor nos enseña a cuidarnos los dientitos y a valorar la higiene dental. MENTIRA!!!!! Digo yo mientras me tomo una pastilla de Ibuprofeno de 600 miligramos.

El dolor de muelas no nos enseña ABSOLUTAMENTE NADA sobre las vicisitudes de la vida, y es porque no tiene razón de ser. No tiene justificación como entidad. Es una de las cosas más inútiles y fastidiosas que existen en este universo… Otra vez, nuestro imaginario lector versado en cuestiones odóntológicas podría levantar la mano y argumentar que, con justa razón, el dolor de muelas sirve para anoticiarnos de alguna infección la cual, de no ser tratada, podría llevarnos a un mal peor y hasta a la mismísima muerte. Es verdad… Ese es un buen argumento sobre la función que cumple el dolor como alarma, pero de ningún modo explica porque tienen que cariarse las muelas. Inclusive, admitamos que las muelas, por ser entidades sujetas a la naturaleza, tienden a la desorganización, y si se quiere a la podredumbre lisa y llana… Yo entonces me pregunto: ¿Por qué el cuerpo no reemplaza una pieza usada por una nueva, si ya lo había hecho anteriormente con los dientes de leche?

La biología nos habla de la selección natural, de como nos fue creciendo el cerebro a través de millones de años, comenzó con la fabricación de herramientas, la evolución de la inteligencia, la aparición del lenguaje, la postura erguida y vaya uno a saber cuantas cosas más, pero… Y LAS MUELAS????? No se le ocurrió a la evolución hacer un tercer, cuarto, o quinto cambio de la dentición?

Pensemos en la imagen del hombre de las cavernas. En aquella época, supongo, no había cepillo de dientes, pasta, ni odontólogos… Las muelas tenían caries igual que ahora… Entonces… Cómo se las arreglaban estos muchachos? Será que se morían del dolor? Se las sacaban a los trompazos?

Se me dirá que mi planteo es sonso, que hay enfermedades mucho más importantes y mortales. Si… Debo reconocer que es verdad, pero no se si existen flagelos tan ampliamente extendidos como el dolor de muelas. Quien lo haya padecido o, como mi caso, lo esté padeciendo, sabe muy bien que el mundo deja de tener interés cuando te está volviendo loco una PUTA MUELA.

Entonces, recapitulando tenemos que: 1. El dolor de muelas no enseña nada sobre la vida. 2. Es una de las cosas más fastidiosas que pueden existir en este mundo. 3. Se trata de uno de los sufrimientos más extendidos sobre la faz de la tierra. 4. No tiene ninguna ventaja biológica. 5. Es un problema que viene acompañando a la humanidad desde el principio de los tiempos.

Y que conclusión sacamos de todas estas cosas…?
Por lo menos dos: la primera es que de las cosas mal hechas en este “universo mal hecho”, una de ellas son las muelas. La segunda es mucho más terrible y oscura: Es posible que haya en nuestro mundo moderno una especie de conspiración. Una perversa organización de multinacionales que quieran seguir vendiéndonos cepillos de dientes, pastas que se pretenden “anticaries”, hilo dental, amoxidales dede los más variados miligramos y demás espejitos de colores.

El fin último de esta organización sería lograr el control de la enfermedad y no su erradicación, lo cual supondría -claro está- la pérdida de un negocio fabuloso.

Así las cosas, todavía dolorida, bajo los efectos de antibióticos y analgésicos, me despido para ir a lavarme los dientes antes de ir dormir una siestita. En todo caso, después podemos (entre otras cosas..) discutir éste interesantímo tema…

No hay comentarios: